Desparramo
muerte entre papeles manchados de mí
Utilizo a
las tintas para sobrevivir.
Ensucio las
palabras para que se pierdan
en el vacío
de las hojas en blanco,
en el
silencio de hablar un lenguaje que muere,
que se
desocupada de mi yo egocéntrico.
Seduzco las
ideas, las amaso e intento parirlas
de manera
coherente a los oídos.
Me buscan,
a veces me encuentran en las esquinas
esperando
al mejor postor;
prostituyéndome
por poseerlas y aprehenderlas,
deseándolas
con las ganas de mis pechos,
jadeando
por que me hablen
un lenguaje
nuevo y diferente,
sintiendo
que muero por ellas cada minuto,
que pierdo
mi vida luchando por encontrarlas.
Se hacen
esquivas y efímeras,
incapaces
de decir lo correcto,
de desearme
como yo requiero,
de amarme y
poseerme.
En un
coqueteo mutuo nos mantenemos,
un día te
abres a mis piernas
y otros en
cambio te alejas de ellas;
en general
te busco por la vida
pero me la
quitas lenta y dolorosamente,
me robas
cada gramo de existencia,
haces como
que fueras mía pero no lo eres.
Me
confunden, me calman, me llenan, me faltan,
contradicciones
de querer decir
aquello que
oculto al habla y que el papel aguanta
y las
palabras que soportan los golpes del tecleo,
las
puñaladas de mi alma,
soportan
todo sin reclamar nada
sólo un trozo
de mi carne que se escapa
Cada vez
que escribo una maldita palabra.